miércoles, 16 de octubre de 2013

No solo muere quien es enterrado

Llega otra vez esa ignorada, temida pero siempre presente ola.
Esa, a la que se le teme pues es la que estremece la embarcación
del cuerpo y sacude todos los cimientos del alma despertando
y alborotando esos malditos demonios que cuidadosamente
 hasta el momento se habían podido mantener amarrados,
 controlados, ignorados.  El bullicio de los gritos de los recuerdos
despiertan el hedor de los remordimientos y las emociones florecen
llenas de espinas y sangre mientras lo que queda de lo que fue un
alma ahora deambula burlona una vez mas en lo que puede quedar
de esta mente entre burlonas risas ante el dolor y las silenciosas lágrimas
de sangre que fluyen con cada latido, imagen o nostálgico deseo por algo
que ya no es pero fue y el corazón ya no soporta y lucha por ignorar
encadenando en el calabozo de los demonios ese sentimiento de
culpa y soledad mientras los ojos mentirosos se esfuerzan por
disfrazar y disimular que no solo muere quien es enterrado sino
 también aquel que queda temiendo esa ola, eterna compañera
 a la que se le teme por saberse capaz de estremecer
la embarcación del cuerpo.

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