miércoles, 26 de octubre de 2016

Vivimos en el que Construimos

Vivimos en el infierno que construimos. No es culpa de nadie.  No importa las circunstancias, los motivos o las causas. No interesa lo que nos empujó, motivó o forzó en muchos casos a hacer y decir las cosas que hoy forman parte de esas paredes donde vivimos secuestrados por las amenazas, los miedos, los abandonos, la indiferencia y hasta el olvido.

Cada día una sosobra mas, una angustía y cada vez crece agigantandose el deseo de abandonarnos en lo que aparentemente se ha convertido en el único abrazo sincero y tristemente se recibe de los mal olientes y putrefactos brazos del moustruoso carcerlero ungiendonos con la creciente desesperación y abrumador dolor.

No hay arrepentimiento que valga. No hay perdón. No hay piedad, pesar y mucho menos comprensión.

No hay oídos que quieran escuchar ni un hombro en el cual apoyarse, llorar y desahogarse.

Es un infierno a fuego lento pero un infierno al final donde cada hora es una batalla titánica para no sosobrar y caer en la tentadora salida de ponerle a todo un gran final.

Sin lágrimas sinceras excepto talvez la de un par de inocentes pero los demás no son mas que ladrillos y piedras, presioneros todos de sus propios demonios que sumaron al peso que han socabado la fosa en donde no hay arrepentimiento que valga.

No hay perdón. No hay piedad, pesar y mucho menos comprensión.

No hay oídos que quieran escuchar ni un hombro en el cual apoyarse, llorar y desahogarse.

Es un infierno a fuego lento pero un infierno al final que aunque nosotros mismo hemos construido solo queda ahora una manera de escapar.